Parkinson: un guión ya escrito
Terapias alternativas
Terapias alternativas
En Adiós al Parkinson, vuelta a la Vida Alex Kerten enseña como convivir con la enfermedad del Parkinson y eliminar muchos de sus síntomas. ¡Descúbre como recuperar la salud en este importantísimo Libro!
Redacción Macro Ediciones
Quizá estéis leyendo Adiós al Parkinson, vuelta a la Vida porque vosotros, o alguien cercano a vosotros, haya experimentado algunos de los síntomas de la enfermedad de Parkinson, como temblores, freezing [término inglés que se utiliza para indicar el bloqueo motor repentino] o pérdida de control. Cuando fuisteis al médico y os visitó, probablemente no os habrá dicho con una sonrisa amable: «¿Adivina qué? Tienes Parkinson, pero no hay nada de qué preocuparse».
Por el contrario, probablemente os haya hecho sentaros y, con una voz sombría y un gesto comprensivo, os haya dicho: «Lamento tener que comunicarle que usted padece la enfermedad de Parkinson. Es una enfermedad degenerativa y sus síntomas irán empeorando con el tiempo. Por supuesto, disponemos de fármacos que ralentizarán el proceso, pero debe estar informado de que tienen efectos secundarios».
Ese diagnóstico suena, verdaderamente, como una condena a muerte, un guión ya escrito que termina en tragedia. ¿Cuál debería ser la reacción natural cuando se recibe un diagnóstico así? Los enfermos vuelven a casa, buscan «Parkinson» en Google y se les bombardea con informaciones inquietantes, fotos y vídeos deprimentes de personas que lo padecen, de cómo están y de cómo se comportan.«Estoy yendo hacia todo esto, aquí está lo que va a suceder».
El guión está ahora escrito sobre piedra y nosotros, en nuestro papel de actores, empezamos a recitar el papel que nos ha asignado la autoridad con bata blanca. Nuestro médico ha escrito «Parkinson» en la carpeta y lo ha estampado en nuestro alma.
Sin ni siquiera darnos cuenta, comenzamos a respirar menos rítmicamente, nuestras expresiones faciales se hacen más limitadas, el lenguaje corporal se reduce o se bloquea y, mucho antes de darnos cuenta, hemos adoptado las formas del Parkinson. El resultado es que hemos empezado a comportarnos como una víctima de la enfermedad. Nuestra actuación es asombrosa, podríamos ganar el Óscar al mejor actor con Parkinson.
Cuando los síntomas se hacen evidentes, perdemos rápidamente nuestro sentido del yo y la confianza. Nos bloqueamos cuando queremos decir algo, y ya no queremos salir a conocer gente. Nos da miedo que las personas nos pregunten: «¿Por qué me miras así?».
Tememos que si nos llega el bloqueo de movimientos, ralentizaremos la cola del cine y nos tomarán el pelo y se reirán de nosotros. Nosotros somos personas sanas que han perdido su propio movimiento y su propio ritmo. Y nos juzgamos por ello.
Nuestro comportamiento se ha convertido en el del Parkinson. Está escrito en nuestro cuerpo y está siendo alimentado por el guión, por las historias generadas por nuestra mente, que a su vez producen hormonas en nuestro cuerpo, obligándonos a comportarnos aún más como víctimas de la enfermedad, en las cuales nos estamos convirtiendo. Vivimos y respiramos la actitud del miedo y hemos adquirido hábitos crónicos del Parkinson.
Ya es hora de que digamos: «¡Basta!».
Hay una alternativa a la actitud del miedo, y es el camino que nos permite ver la realidad. No tenemos que seguir necesariamente el guión que nos obliga a entrar en las formas corporales del Parkinson. En cambio, podemos aprender a ser «guerreros del Parkinson» y a romper con los malos hábitos que se han ido formando con el tiempo. Podemos decir: «No, ya no quiero ese guión, ya hepasado por eso y no es para mí». Eso significa que vamos a aprender a sentirnos mejor, comenzaremos a conocer el ritmo y el patrón de nuestro cuerpo, y a prestar atención al lenguaje corporal y a las expresiones faciales. Al cambiar el guión y al eliminar la actitud del miedo, podemos volver a un lugar donde nuestros movimientos naturales dominan a los movimientos del Parkinson.
Por desgracia, nos habíamos acostumbrado a estos últimos, pero también sabemos cómo no estar en esa postura de nuevo. Hemos vivido sin la enfermedad durante mucho más tiempo que con ella. Aunque es más fácil comportarse como una persona enferma que como un guerrero sano; con dedicación y con la actitud correcta podemos superar ese comportamiento crónico habitual que tanto el guión como la enfermedad nos han estado imprimiendo.
Podemos conquistar un nuevo equilibrio al hacernos conscientes del lenguaje de nuestro cuerpo y del modo en que éste se expresa. Podemos reponer nuestra fe en los médicos o en la religión, pero también podemos asumir la responsabilidad y tener un poco de fe en nosotros mismos. Nosotros somos quienes nos conocemos mejor que nadie, no los médicos. Sin embargo, no siempre somos conscientes de tener esa capacidad, no siempre somos conscientes de que sabemos cómo «hacer funcionar» a nuestro cuerpo utilizando el arte del movimiento. El movimiento y los ritmos del cuerpo son el secreto para sentirnos bien, así como los elementos base de la vida; el movimiento lo es todo, para bien y para mal.
Una vez que seamos conscientes podremos modificar nuestra relación con nuestro médico; ya no seremos el paciente desesperando que busca una cura milagrosa, sino que seremos una persona que tiene el control de la situación y que necesita un poco de ayuda. En ese momento, los fármacos que el médico nos prescriba serán eficaces y beneficiosos.
Debemos repetirnos a nosotros mismos: «Con mi propia ayuda ya no seré un esclavo del Parkinson».
Entonces sucederá algo maravilloso. Y nos preguntaremos: «¿Dónde está la enfermedad?».
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Adiós al Parkinson, vuelta a la Vida
Un método para eliminar los síntomas y recuperar la salud