La importancia de la Leche materna [+1 receta de papilla para bebes]
Salud y Bienestar
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La naturópata holística Silvia Strozzi nos explica la gran importancia de la Leche materna para alimentar a los niños, más una deliciosa receta de Puré de harina de arroz y zanahorias. Extracto del Libro 100 papillas para tu bebé, una guía de destete dividida en recetas de 6 a 9 meses y de 9 a 12 meses, llena de ideas y sugerencias para guiar a los bebés hacia una dieta variada, natural y deliciosa.
Redacción Macro Ediciones
La importancia de la leche materna
La leche materna es un alimento completo que contiene todas las sustancias que el niño necesita; por tanto, no te preocupes si el niño no come lo suficiente durante la lactancia.
La composición y cantidad de la leche materna son variables según cada caso personal y desde el principio hasta el final del período de lactancia, adaptándose a las necesidades del niño. El bebé aprovecha al 100% las proteínas de la leche materna. El estómago del bebé durante la lactancia se vacía rápida y fácilmente, por eso quiere comer más a menudo, lo cual, a su vez, estimula la producción de leche materna. Según Karen Pryor, autora del libro Nursing Your Baby, los niños reciben de la leche materna una cantidad de agua suficiente para satisfacer todas sus exigencias metabólicas.
Cuando hace calor, el niño alimentado con leche artificial necesita agua no solo para su metabolismo sino para que los riñones eliminen las sales y proteínas no utilizadas. Supone un esfuerzo mayor para un metabolismo aún inmaduro. Durante años se ha creído que era recomendable alimentar a los niños prematuros con leche artificial en polvo en vez de leche materna.
Sin embargo, algunos estudios han demostrado que el aumento de peso no era debido a un crecimiento real, sino a una retención de líquidos en los tejidos. Esto es el resultado de unos riñones inmaduros que no consiguen eliminar de manera adecuada proteínas y sales minerales excedentes. La leche de vaca contiene cuatro veces más proteínas que la leche humana y, para que el bebé la pueda tolerar, debe adaptarse con una fórmula equilibrada e incluir un contenido de proteínas, vitaminas y sales similares a los de la leche materna. Los niños a los que se les da el pecho no necesitan de otra comida hasta la edad de seis meses.
La leche materna es siempre una excelente fuente de vitaminas. Es rica, sobre todo, en vitaminas A y E, liposolubles. Contiene también vitamina D que regula la capacidad del bebé de absorber el calcio.
La vitamina D debe derivar de la dieta solo en climas nórdicos, pues está sintetizada por el organismo durante la exposición a los rayos del sol. Si la exposición al sol del niño es insuficiente, puede padecer raquitismo secundario por falta de vitamina D. La vitamina C, contenida en gran cantidad en la leche humana, está casi completamente ausente en la leche de vaca. La producción de vitamina C por parte de las glándulas mamarias es tan eficaz que el escorbuto, una enfermedad producida por el déficit de vitamina C, no se detecta en niños durante la lactancia, incluso en el caso de que la madre padezca esta enfermedad. La leche vacuna y la leche humana contienen, aproximadamente, la misma cantidad de grasas. La leche de vaca contiene más grasas saturadas que la leche humana. La leche humana no es muy rica en hierro, pero lo mismo puede decirse de la leche de otros animales. En realidad, puede ser una ventaja porque el recién nacido tiene abundantes reservas de hierro en el hígado o el bazo y una alta concentración de glóbulos rojos en la sangre.
Si durante el embarazo la madre no es anémica, probablemente las reservas de hierro son suficientes para el primer año de vida, inclusive en caso de una dieta basada exclusivamente en leche materna. Por tanto, no es necesario que el bebé consuma alimentos ricos en hierro durante la primera fase del destete. La leche materna contiene una cantidad y calidad de azúcares mayor respecto a la de la leche de vaca. El azúcar, en la leche humana, está compuesto sobre todo por lactosa y dosis menores de oligosacáridos.
La lactosa es más fácil de digerir para los niños pequeños y mejora el uso de las proteínas y la absorción del calcio.
La leche materna contiene elevadas concentraciones de fermentos lácticos denominados lactobacilos que constituirán la compleja flora bacteriana intestinal del bebé, de vital importancia para poder establecer unas condiciones normales en el tracto entérico y fortalecer el sistema inmunitario. Estas bacterias serán huéspedes del intestino durante toda la vida, protegiendo al ser humano de la mayoría de las alergias. Para cualquier niño, tanto si le das el pecho o lo alimentas con leche artificial, el cambio no será fácil.
Puré de harina de arroz y zanahorias
2 C de harina de arroz no precocida
200 ml de agua o caldo vegetal
1 zanahoria
1 c de aceite de oliva virgen extra
1 c de crema de almendra blanca
Poner la harina de arroz en una cacerola y tostar ligeramente, añadir 200 ml de agua o caldo vegetal.
Dejar cocinar unos 15 minutos, mezclando y agregando líquido si la papilla es demasiado densa.
Licuar la zanahoria y agregar el zumo a la crema de arroz tibia. Mezclar suavemente añadiendo la crema de almendras y un chorrito de aceite de oliva virgen extra crudo.
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