Mi pecho como expresión de mi feminidad [con EJERCICIO de Meditación]
Salud y Bienestar
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En el Libro Belleza Chamánica, Lumira comparte con nosotros muchas de sus técnicas y secretos para mantenerse en salud, joven y bella. Y nosotros compartimos algunos de sus secretos para tener un pecho hermoso con las lectoras de nuestro blog...
Redacción Macro Ediciones
La belleza de la mujer tiene muchos matices, y el pecho es una de sus partes más bonitas, el símbolo por excelencia de su feminidad. Recuerdo perfectamente cuando de niña esperaba ansiosa que mis pechos crecieran para convertirme en mujer. Cuando pasó me sentí muy satisfecha, hasta que nació mi hijo y le di el pecho. Tras la lactancia mis pechos parecían dos globos desinflados y ese cambio me puso muy triste. Pero no me di por vencida. Creo que toda mujer debería sentirse orgullosa de su pecho. Sé por experiencia propia que somos perfectamente capaces de mejorar nuestro aspecto y manifestarlo en base a nuestra voluntad gracias a la atención focalizada y a la proyección mental. Esto significa que es posible recuperar nuestro pecho tal y como era, bello y joven. Es más: podemos incluso aumentar o reducir ligeramente las dimensiones, si este fuera nuestro objetivo.
Nuestra mente es potente porque está por encima de la materia. Si reconocemos esta verdad nos convertimos en creadores, y esta es nuestra verdadera naturaleza.
Creer en esta capacidad significa creer en nosotros mismos. Y la confianza en ti misma, y en tus sustancialmente ilimitadas capacidades, constituye una sólida base a partir de la cual puedes actuar sobre tu cuerpo para regenerar los tejidos. ¡Para hacerlo necesitarás de todo tu poder creativo! En este capítulo también trabajaremos con masajes, mascarillas nutritivas y ejercicios físicos, además de las técnicas mentales y la meditación. Nos ocuparemos también de la desintoxicación y de una correcta alimentación.
Pero la primera cosa que deberías hacer por tu pecho es un paso que puedes realizar inmediatamente: quitarte el sujetador y, de ahora en adelante, reducir su uso al máximo.
Esta prenda hace más daño que bien. El uso del sujetador es el responsable de muchos pechos caídos, porque impide la actividad de los tejidos y de los músculos pectorales. La circulación linfática también se resiente, con un consiguiente estancamiento. El resultado es que la energía sutil ya no logra fluir libremente.
Siempre me ha resultado imposible llevar sujetador mientras realizo trabajos espirituales, por ejemplo, durante los seminarios o las sesiones terapéuticas. Por ese motivo siempre escogía ropa que no requería de él. Un día dejé de llevarlo por completo. El sujetador no es bueno para mí, impide que respire libremente y me provoca dolor de cabeza.
También me molesta la parte de arriba del bikini: aprieta y cuando sales del agua está mojada y enfría el pecho, que es algo que me resulta muy desagradable. Es por este motivo que creo que lo ideal es bañarse desnuda, porque, además, esto permite que sientas y disfrutes más y mejor de la energía purificadora y revitalizante del agua. Desafortunadamente esto no es posible en todas partes.
La intención de embellecer tu pecho debería ir conectada a tu corazón, ya que la curación ocurre a través del amor, y, de esta manera, ocurre lo que es apropiado para ti.
Por este motivo empiezo con una meditación para la sanación enfocada en el amor y la aceptación, para la sanación mediante la paz interior. Puedes realizarla cuando quieras, preferiblemente antes de empezar con tu programa de ejercicios.
MEDITACIÓN PARA LA SINTONIZACIÓN: SANACIÓN DE TU PECHO
Asegúrate de que no te molesten durante un rato. Si quieres, puedes poner una buena música relajante, solo instrumental (el instrumento puede ser la voz humana, siempre y cuando la canción no tenga palabras). Siéntate o túmbate en una posición cómoda. Cierra los ojos y deja que toda tu atención fluya hacia el interior. Observa tu respiración y percibe como la mente se tranquiliza mientras te conectas cada vez más a fondo con tu esencia creadora.
Focaliza la atención sobre tu pecho. Percíbelo y obsérvalo a través de la mirada interior. ¿Qué aspecto tiene? ¿Qué sensaciones te transmite? ¿Qué relación tienes con tu pecho? ¿Tus senos están bien?
Intenta sentir íntimamente, intenta experimentar la estructura energética de tu pecho. Tú “eres” tu pecho, que es parte de ti. Tu pecho personifica tu espíritu, tu núcleo divino.
¿Cómo son tus pechos? ¿Grandes o pequeños? ¿Iguales o desiguales? ¿Firmes o caidos?
Si sientes que tu pecho es imperfecto, entonces lo que cuenta es reconocer que esta imperfección proviene de una imperfección a nivel espiritual. Así que, percibe tu mundo interior, pregúntate qué te falta a ese nivel. ¿Dónde está la carencia a nivel interior? Puede que se trate de una carencia de seguridad afectiva, de amor, de contacto. ¿Quizás te falte la experiencia de la plenitud de la vida? Intenta reconocer qué es lo que necesitas.
Después, pregúntate a ti misma qué sensaciones te transmite lo que te ocurre. Cualquiera que sea la respuesta, concéntrate sobre la sensación que emerge. Y concédete a ti misma lo que te falta, sea lo que sea: seguridad afectiva, amor, contacto, plenitud de vida o cualquier otra cosa. ¡Consíguelo! Quizás llegados a este punto afloren imágenes internas que te enseñan dónde, cuándo y cómo se ha originado esa carencia. Sin embargo, has de ser consciente de que solo tú te pue- des dar algo, que desde el exterior no te va a llegar nada que no tengas ya dentro de ti. Aliméntate de todo lo que necesite tu cuerpo, tu mente y tu alma. Déjalo fluir en cada célula, particularmente en tu pecho. Observa como tu cuerpo vuelve a alinearse y como tu pecho empieza a mostrarse en toda su integridad y belleza.
Ahora repítete a ti misma: “Me quiero y soy la cosa más importante en mi vida. Me doy todo lo que necesito”. Siente como estas palabras llegan hasta lo más profundo y te nutren.
Después, agradécete a ti misma el estar aquí y el seguir estándolo a partir de este instante. Abrázate y mécete en el amor que sientes por ti misma y estando en paz contigo.
Quédate dentro de esta energía hasta que te sientas a gusto, después vuelve al presente. Mueve las extremidades, estírate y bosteza con ganas.
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