Los chamanes y los viajes en la Consciencia
Espiritualidad
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¡Los chamanes son los maestros del viaje en la consciencia! Las comunidades tradicionales chamánicas son definidas también “sociedades con religiones extáticas” ya que una peculiaridad del chamán es precisamente la de entrar en un estado de consciencia diferente reconocido como una forma de éxtasis, común a muchas prácticas religiosas.
Mario Manzana
¡Los chamanes son los maestros del viaje en la consciencia!
Como ya hemos apuntado en artículos precedentes, las comunidades tradicionales chamánicas son definidas también “sociedades con religiones extáticas” ya que una peculiaridad del chamán es precisamente la de entrar en un estado de consciencia diferente reconocido como una forma de éxtasis, común a muchas prácticas religiosas.
De hecho, modificar el estado ordinario de la consciencia es una característica propia del chamanismo y se origina en tiempos antiquísimos.
Veamos a este punto qué dicen los estudios antropológicos. Según estos estudios, existen algunas características que encontramos en todas las comunidades humanas, conocidas como “constantes comportamentales”.
«Se trata de impulsos comportamentales irreprimibles que se manifiestan en el interior de la sociedad de los hombres independientemente de la raza de cada pueblo: son comportamientos trans-culturales», afirma Giorgio Samorini en su libro Gli allucinogeni nel mito (Nautilus, Torino 1995).
Dos de estas constantes son particularmente importantes de cara a la cuestión que estamos tratando, y son la búsqueda de una modificación del estado de la consciencia ordinario y el impulso religioso.
Respecto a lo primero, el estudioso Fabrizio Speziale afirma:
«Lo que es más sorprendente en un análisis intercultural... no es la presencia sino la ausencia de formas de alteración de la consciencia. (…) La alteración ritual de la consciencia es una expresión presente en el 90% de las sociedades humanas (Bourguignon, 1986) y puede ser considerada parte del legado psicobiológico y principal necesidad de aquel “animal ceremonial” que es el hombre (Wittgenstein, 1975)».
Así pues, según parece, se trata de impulsos atávicos, es decir, que forman parte del ser humano desde siempre, y que de algún modo van de la mano. En otras palabras, podemos afirmar que cambiando el estado de consciencia ordinario es posible entrar en contacto con una parte más profunda de la existencia, que para los chamanes es aquella energía “divina” que lo impregna todo. Naturalmente, el discurso es mucho más complejo, pero este no es el momento de profundizar en ello.
Aun así, podemos añadir que a través de estas experiencias los chamanes obtienen un mayor conocimiento, tanto de las cosas prácticas de la vida cotidiana (por ejemplo, hay tribus que descubren dónde ir a cazar a partir de una visión del chamán en la cual él entra en contacto con el alma de grupo del animal que se quiere cazar, la cual revela dónde se encuentra), como de la consciencia misma y de los llamados “mundos paralelos”.
En particular, en relación a este tema Speziale afirma:
«El conocimiento extático es una dimensión de superación de los límites de los sistemas psicológicos» (la parola “éxtasi” deriva del greco “ek-stasis” = estar fuera de uno mismo).
Según la etnopsicología (la rama de la psicología encargada de estudiar estas sociedades particulares), el éxtasis representa una experiencia a través de la cual el chamán sale de él mismo, experimenta un estado de consciencia diferente en el cual la identificación ya no se limita al propio y pequeño ego, a la parte humana, sino que permite comprender (en el sentido de hacerlo propio, de ser) todo aquello que existe, de entrar en comunión con todo el planeta entendido como un complejo ser viviente (existe un dicho chamánico dice así: “todo aquello que existe vive”).
Aquí se encuentra precisamente la mayor dificultad del ser humano moderno para acercarse a este tipo de experiencia: estando constantemente inmersos en el mundo material (y a menudo convencidos de que es el único que existe), nos cuesta abandonarlo, considerando sobre todo que eso comportaría la superación de la dimensión del ego y/o la experiencia de su disolución. Actualmente el ego está sometido a un bombardeo constante, inputs continuos que nos hacen creer que no existe nada fuera de él.
Pero ¿cómo se producen estos estados de consciencia no ordinarios?
Muchos creen que esto sucede exclusivamente a través del uso de “drogas”. En realidad, las técnicas que la humanidad ha dispuesto durante el transcurso de los milenios son muy diferentes, y las “sustancias sagradas” son solo una de ellas (y eran utilizadas solo por algunas de las muchas tradiciones chamánicas).
Como ya comenté en un artículo anterior, observando e imitando los animales el hombre empezó a bailar.
Es precisamente la danza una de las primeras técnicas a través de las cuales se descubrió que se podía modificar el estado de consciencia.
Junto a la danza, naturalmente, se descubrió el poder del sonido y también el de la voz, y a continuación nacieron los primeros instrumentos capaces de producir sonidos, fueron las primeras formas de música. Se cree que, inicialmente, se utilizaban los huesos más grandes de los animales con este fin, los cuales se hacían chocar entre ellos. A continuación nació el instrumento musical por excelencia, utilizado en los rituales chamánicos: el tambor.
Se cree que el sonido del tambor tiene una frecuencia similar a aquella de la Tierra (la llamada “frecuencia de Schumann”: se trata de ondas electromagnéticas a una frecuencia bajísima que son muy similares a los ritmos del cerebro humano).
Otras técnicas de modificación de la consciencia son:
- la privación sensorial,
- el ayuno,
- la mortificación física,
- la meditación,
- la repetición prolongada de mantras y oraciones,
- las técnicas de respiración,
- los sueños
Las sustancias para modificar el estado de la consciencia
La Naturaleza ha puesto a nuestra disposición una gran variedad de sustancias, conocidas desde tiempos inmemoriales, contenidas en plantas y setas, que nos permiten entrar en estados de consciencia particulares, los cuales han estado muy muy estudiadas por eminentes científicos. (El tema es amplísimo, intentemos acotarlo brevemente para poder orientarnos, visto que actualmente existe la tendencia de generalizar y considerar cualquier sustancia que modifica el estado de consciencia como una “droga”, ¡con una inevitable connotación negativa!).
En las zonas montañosas del desierto del Sáhara, por ejemplo, se han encontrado pinturas rupestres realizadas por los pueblos de recolectores-cazadores del paleolítico sahariano, de hace entre 9000 y 7000 años.
Estos pueblos han dejado representadas en las rocas elocuentes escenas de recolección y adoración a las setas, y de seres mitológicos que salían de las mismas.
Además, entre los vegetales de más antiguo uso encontramos el cáñamo, el cual se cultivaba en China hace 8000 años.
También es sabido que diferentes pueblos utilizaban las setas (principalmente la amanita) colectivamente, en ocasión de ceremonias y fiestas, o bien se utilizaban por los chamanes para favorecer el trance durante las prácticas mágico-curativas, o para contactar con los espíritus de los muertos, en las prácticas divinatorias y en la interpretación de sueños, pues éstos pertenecen a la esfera del “más allá”.
Estas sustancias, comúnmente definidas como “alucinógenos” (término utilizado actualmente con connotaciones negativas, sosteniendo implícitamente que hacen experimentar realidades ficticias), han sido llamadas de muchas maneras: psicodélicas (“reveladoras de la mente”), enteógenas (“que revelan la divinidad que hay en ti”), psicoactivas (“que actúan en los procesos psíquicos”), etc.
Existen sustancias excitantes (café, té, cocaína, etc.), embriagadoras (las bebidas alcohólicas) y aquellas propiamente “psicodélicas” (peyote, ayahuasca, amanita muscaria, psilocybe semilanceata etc.).
Pero hay una distinción útil que debemos hacer aquí. Existen dos grandes categorías en las cuales podemos clasificar estas sustancias:
- aquellas que alargan el campo de la consciencia;
- aquellas que lo restringen.
Para poner un ejemplo: entre aquellas que restringen el campo de la consciencia estan el opio y sus derivados. Recordemos que del opio se obtienen las sustancias farmacológicas capaces de hacer que no sintamos dolor físico (morfina). Resulta obvio que debemos descartar estas sustancias que restringen la consciencia si queremos avanzar en el camino del conocimiento.
Pero, ¿en qué consiste un viaje chamánico?
Obviamente, un breve artículo no es el modo más idóneo de profundizar en este tema, sobre todo desde el punto de vista práctico. No obstante, para empezar a trabajar de una manera concreta y simple, existen muchos libros en el mercado. Uno que está muy bien, introduciendo, con varios ejercicios, a la práctica del “viaje chamánico”, es La Senda del Chamán , de Michael Harner, que aconseja el uso de sonidos de tambores para acompañar y facilitar la experiencia. Además de este, el libro de Alonso del Río intitulado Los Cuatro Altares también nos hace viajar en el mundo de los chamánes para sanar la mente e ir hacia la consciencia.
A este punto, debemos aclarar que, cuando el chamán alcanza el estado de consciencia necesario para desarrollar su viaje, en la mayor parte de las tradiciones se encuentra con un túnel que debe atravesar, el cual le conduce hacia un mundo paralelo al cual está intentando llegar.
Los chamanes de algunos pueblos nómadas asiáticos, por ejemplo, los cuales viven en las yurtas (un tipo particular de tienda con forma redonda), realizan un agujero en el terreno en el interior de la misma tienda, el cual sirve como acceso simbólico a los mundos paralelos. Una vez entrados en la otra dimensión, tiene lugar el encuentro con los espíritus aliados, los animales guía, las entidades que acompañan al chamán en su empresa.
A esto punto, lo que sucede está condicionado directamente por el motivo que ha llevado al chamán a viajar (para curar, para desarrollar la acción de psicopompo, para obtener conocimiento de algún tipo, etc.) y naturalmente por la apertura de consciencia del individuo.
Cuando uno se encuentra en estos mundos paralelos, es guiado principalmente por el propio Sí, por la parte más elevada y espiritual, la cual sabe aquello que es útil para nosotros y nos hace vivir las experiencias que nos son útiles en un momento determinado de nuestra vida. Querer forzar esta condición significa haber llevado con nosotros el propio ego, lo cual supone el riesgo de conducirnos por un camino de energías negativas y peligrosas...
En conclusión, la práctica del viaje chamánico es uno de los medios, quizás el más antiguo, que el ser humano ha dispuesto para explorar las profundidades del propio ser y de la existencia.
De aquí parten las prácticas modernas como la hipnosis, la focalización y varias formas de meditación.
Lo más importante es reconocer la técnica más adecuada a la propia índole, aquella que resuena con la propia alma, y después... ¡viajar!